Esto es como todo: unos zapatos o un traje a medida o bien Prêt–à-Porter, una guitarra con firma o una hecha en serie, una casa autoconstruída o un piso en un bloque… Depende de las exigencias de cada cual, de su poder adquisitivo, de lo que se le vaya a pedir al objeto en cuestión… hasta de lo snob que se sea.
No nos confundamos, así todo: hay cuchillos industriales excelentes, y pobres objetos con forma de cuchillo hechos a mano. Soy un artesano con bastante experiencia a sus espaldas y puedo y me atrevo a decirlo: Ni industrial es sinónimo de mala calidad, ni artesanal de buena.
Está claro que un objeto (cuchillo o no) artesanal permite una mayor personalización, un mayor control de calidad y la satisfacción de conocer al autor. Si su trabajo es de calidad, se irá revalorizando, y puede que sea incluso una inversión. En muchos casos existe también el placer de poseer un objeto único y ¿por qué no? la sensación de apoyar de alguna manera a quienes resisten a la impersonal globalización productiva y mercantil también en las formas, los procedimientos y en su vida cotidiana.
La producción industrial permite abaratar costes, pero no siempre eso se refleja en el precio final que paga el consumidor, ni mucho menos en el salario percibido por el trabajador de la factoría, a veces situada en un país del Sur en desarrollo.
De todas formas, artesano no tiene porqué ser más caro, y más teniendo en cuenta algunos precios industriales que hay por ahí.
¿NAVAJA O CUCHILLO?:
En realidad, debería decirse cuchillo plegable o cuchillo de hoja fija, porque la navaja es un estilo concreto de cuchillo plegable tradicional en España, pero en fin…
Que no se me malinterprete, pero… no me gustan las navajas. No como principal herramienta de corte.
Me explico.
Una navaja tiene un mecanismo de cierre. Un mecanismo puede fallar. Un mecanismo puede fallar cuando menos necesitas que falle.
Además, en una navaja hay muchos más resquicios por donde se cuela suciedad, humedad, polvo, arena, tierra, tejidos animales que se descompondrán y otras lindezas que me amargarán la vida.
Hay navajas excelentes, entre las que cito a las Suizas, o los multiherramientas que incluyen unos alicates, y que han sustituido a las suizas en mi macuto, algunas maravillas españolas, francesas, alemanas y norteamericanas (que me acuerde ahora) que rondan por ahí y las entrañables Taramundi hechas en pequeños talleres artesanales con un temple y un estilo inconfundible, pero ninguna de ellas sería mi principal herramienta de corte en el monte.
Prefiero un pequeño cuchillo de sólida hoja fija, que sé que no se atascará ni desencajará, cuya hoja que nunca baila en el eje podré afilar hasta que afeite, que podré reafilar una y otra vez con una simple piedra, que podré usar para hurgar en madera sin que se le rompa la punta (¿nunca se os ha clavado una flecha en un árbol?), y que cortará sin problemas palos, cuerda, fruta, carne o piel.
¿Existe el cuchillo de monte ideal?
I – Forma de la hoja.
II – Perfil de afilado.
III – Aceros.
IV – ¿Forjado o mecanizado?.
V – Mangos.
VI – Agarres.
VII – Fundas.
VIII – ¿Industrial o artesanal?.
IX – Epílogo.